Los archivos de Artemis Fowl by Eoin Colfer

Los archivos de Artemis Fowl by Eoin Colfer

autor:Eoin Colfer [Colfer, Eoin]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Relato, Interactivo, Fantástico, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2004-01-01T05:00:00+00:00


CAPÍTULO I

LA DIADEMA DE LADY FEI FEI

DEBAJO DEL HOTEL FLEURSHEIM PLAZA. MANHATTAN, NUEVA YORK

LOS ENANOS excavan túneles. Lo llevan en la sangre, sus cuerpos llevan millones de años adaptándose para convertirse en unos magníficos excavadores. La mandíbula de un enano macho puede desencajarse de modo que pueda quitársela a voluntad y cavar un túnel con la boca. Los residuos se expulsan por el extremo posterior para hacer sitio al siguiente bocado.

El enano que nos ocupa es el célebre delincuente mágico Mantillo Mandíbulas. Mantillo descubrió que el latrocinio encajaba mucho mejor con su personalidad que la minería: las jornadas de trabajo no eran tan largas, los riesgos eran menos graves y los preciosos metales y piedras que robaba a los Fangosos ya estaban procesados, forjados y pulidos.

El objetivo de aquella noche en particular era la diadema de lady Fei Fei, una legendaria diplomática china. La diadema era una obra maestra de intrincado diseño en jade y diamantes sobre una base de oro blanco. Su valor era incalculable, aunque Mantillo la vendería por mucho menos.

La diadema se encontraba de gira en esos momentos, pues era la pieza central de una exposición de arte oriental. En la noche que empieza nuestra historia, la diadema iba a pernoctar en el hotel Fleursheim Plaza de camino al Museo Clásico. Solo por una noche, la diadema de Fei Fei iba a ser vulnerable, y Mantillo no tenía ninguna intención de dejar pasar aquella oportunidad.

Por increíble que parezca, la prospección geológica original para el plano de construcción del hotel estaba completamente disponible en Internet, de modo que Mantillo pudo planificar su ruta desde la tranquilidad del EastVillage, donde estaba cómodamente instalado en un hoyo. El enano descubrió, para su entera satisfacción, que una estrecha veta de arcilla compacta y pizarra desmenuzada se abría paso justo hasta las paredes del sótano: el mismo sótano donde la diadema Fei Fei estaba custodiada.

En esos momentos, Mantillo estaba cerrando las fauces en torno a cinco kilos de tierra por segundo mientras se acercaba al sótano del Fleursheim sin dejar de horadar el subsuelo. El pelo de la cabeza y la barba parecía un halo electrizado mientras cada fibra sensible comprobaba la superficie para detectar posibles vibraciones.

La calidad de la arcilla no era mala, pensaba Mantillo mientras engullía cada bocado de tierra, realizando inhalaciones cortas a través de sus orificios nasales. Respirar y tragar al unísono es una habilidad que la mayoría de los seres vivos pierde nada más abandonar la primera infancia, pero en los enanos es una facultad esencial para la supervivencia.

Los pelos de la barba de Mantillo detectaron una súbita vibración muy cerca de donde se hallaba, una especie de repiqueteo constante que, por lo general, indicaba la presencia de aparatos de aire acondicionado o de un generador. Eso no significaba necesariamente que estuviese aproximándose a su objetivo, pero Mantillo Mandíbulas poseía la mejor brújula interior de todo el mundillo y, además, había programado las coordenadas exactas en el casco robado a la Policía de los Elementos del Subsuelo que llevaba en su mochila.



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